miércoles, 30 de mayo de 2012

DESTINATARIOS DE APOCALIPSIS


 
Importancia de la identificación.
La identificación plena, cierta y escritural de los destinatarios de APOCALIPSIS reviste una trascendencia tál, que es imposible de subestimar en el propósito de conocer las verdades que encierra el complejo mensaje de su Texto.
¿A quiénes envió Dios las profecías de APOCALIPSIS? La respuesta de la Escritura es clara y enfática: "a los siervos de Jesucristo" (Ap.1:1a).
Ahora bien, si Jesucristo dirige APOCALIPSIS a sus siervos, entonces la anterior declaración del mismo Jesús "ya no os llamaré siervos " (Jn.15:15), plantea una disimilitud muy peculiar la cual se considera vital para identificar a los destinatarios de APOCALIPSIS y para la subsecuente comprensión inteligible de todo lo que sigue.

Siervos y creyentes.
Por prestas generalizaciones muchos intérpretes bíblicos han homologado la palabra siervos con la de creyentes , afirmando así que las admoniciones y bienaventuranzas de APOCALIPSIS están dirigidas a loshijos de Dios.
Respetuosamente disentimos de tal afirmación. La palabra griega douvloi¾, traducida "siervos" en nuestra VRV, no tiene en APOCALIPSIS el sentido figurado que se le ha pretendido adjudicar.
Antes por el contrario, el análisis desprejuiciado de esta palabra en otras partes del Texto bíblico favorecerá casi siempre su interpretación gramatical, poniendo en evidencia que, lejos de ser un tropo de dicción douvloi¾ contiene un significado pleno, como la expresión directa de la idea para que se inventó tal palabra. En APOCALIPSIS, "siervo" significa siervo. No hijo ni creyente.
La inducción de que los creyentes  son llamados siervos es un error lamentable que ha demorado el mejor esclarecimiento de APOCALIPSIS, opacando gran parte de su intensidad, propósito y grandeza y ocasionando graves conflictos doctrinales, mientras que el estudio detenido del alcance de las infalibles -y no alegóricas- palabras de Jesús "Ya nos os llamaré siervos " abrirán al estudiante un camino de interpretación que ineluctablemente conducirá a comprender que todo el mensaje de APOCALIPSIS se halla dirigido, no a los hijos, sino a los siervos de Dios.
El testimonio escritural.
Las Sagradas Escrituras exhiben un profuso testimonio de lo que se viene afirmando. En la relación entre Dios e Israel en la futura dispensación del Reino los siguientes pasajes evidencian que los "siervos" de Dios y de Jesucristo son hijos... pero de Israel.
Los pasajes son: "Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos" (Lv.25:55a); "Porque Dios salvará a Sión, y reedificará las ciudades de Judá, y habitarán allí y la poseerán. La descendencia de sus siervos la heredará" (Sal.69:35-36a); "Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos" (Sal.90:16); "Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de tí" (Sal.102:28);
"Si tus hijos (de David) guardaren mi pacto, y mi testimonio que yo les enseñaré, sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre" (Sal.132:12); "Y todos tus hijos (de Israel) serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos... Esta es la herencia de los siervos de Jehová" (Is.54:13,17b); ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas y no quisiste! (Mt.23:37).

Un súbito cambio.
En la intimidad de Su última cena, momentos antes de ser entregado, Jesús, el eterno Hijo de Dios, aquel Verbo creador que durante muchos siglos los había estado llamando "siervos", adelanta ahora a sus discípulos la sublime posición de hijos que lograría para ellos con Su muerte y resurrección.
Con la súbita introducción "ya no os llamaré siervos" Cristo dá por finalizada la antigua condición e inicia la traslación posicional de aquella "manada pequeña" hacia el nuevo nexo familiar con Su mismo Padre. Tal cambio de posición es sugerido también al comparar la mención respecto a los hombres que Su Padre le había dado del mundo -y esto antes de Su muerte- para que fuesen hechos Sus hermanos  -después de Su resurrección- (comp.Jn.17:6 con Jn.20:17).
El propósito.
La repentina declaración de Jesús contiene además un profundo sentido dispensacionalista que mira hacia Pentecostés, pues mientras "el siervo no sabe lo que hace su señor" (tal es la conexión), el hijo en cambio, habiendo recibido el Espíritu Santo, sabe lo que su Padre celestial le ha concedido (1Co.2:12).
Así, es posible inferir con toda certeza que la condición de hijo es distinguida de la del siervo por la presencia moradora del Espíritu. A esta altura es conveniente aclarar que las expresiones de los apóstoles, llamándose a sí mismos siervos, muestran unicamente una auto-denominación respecto a su servicio en el ministerio. (El caso del apóstol Juan es único; y su doble posición como miembro de la Iglesia de Cristo y siervo receptor del APOCALIPSIS quizá arroje luz sobre ciertas enigmáticas porciones de su Evangelio; p.ej. 13:23; 19:26; 21:20-23).

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